SIEMPRE FUCHS
sábado, 13 de junio de 2015
viernes, 12 de junio de 2015
RECUERDOS EN FOTOS
SEGUIR LOS SUEÑOS
SEGUIR LOS SUEÑOS
Comenzando.... La vida es comenzar, cada día, cada instante, cada minuto.
No se puede permitir el estancamiento. Tus sueños necesitan escapar del encierro de tu mente para hacerse realidad. Allí se encuentran atrapados, decepcionados, esperando la orden de convertirse en piso firme fuera de tu miedo.
Que esperas? Envejecer y lamentarte de lo que pudiste hacer... Oh¡¡¡¡ Cuanto lo siento, como perdiste tu tiempo, como perdiste la vida y sus oportunidades. ¿Que te queda ahora? ¿Llorar?
Adelante... Estas a tiempo de rectificar, de luchar por tus logros, de olvidarte del "No puedo" para cabalgar por los caminos del triunfo. No hay límites. Las paredes las derrumbas con tu empeño y las piedras del camino con tu ímpetu a seguir.
No se puede permitir el estancamiento. Tus sueños necesitan escapar del encierro de tu mente para hacerse realidad. Allí se encuentran atrapados, decepcionados, esperando la orden de convertirse en piso firme fuera de tu miedo.
Que esperas? Envejecer y lamentarte de lo que pudiste hacer... Oh¡¡¡¡ Cuanto lo siento, como perdiste tu tiempo, como perdiste la vida y sus oportunidades. ¿Que te queda ahora? ¿Llorar?
Adelante... Estas a tiempo de rectificar, de luchar por tus logros, de olvidarte del "No puedo" para cabalgar por los caminos del triunfo. No hay límites. Las paredes las derrumbas con tu empeño y las piedras del camino con tu ímpetu a seguir.
RETAZOS DE MI MENTE
Estoy sola en mi pequeño pero
hermoso apartamento, no encuentro en que distraerme y los pensamientos galopan
desenfrenados en mi mente, no puedo detenerlos. Son como retazos de películas
que aún no se han editado. Y pasan las horas y yo, siempre activa, no sé que me
provoca tanto desorden. Y sigo pensando y continúo soñando…
¿Qué hacer? ¿A dónde ir? ¿Hasta
cuándo seguiré marcando los pasos en el piso ya desgastado por el tiempo y mi
andar? Me asomo a la ventana y la noche y el silencio contribuyen a mi
insensatez, a mi sopor, a mi inconformidad; duelo de emociones, incongruencia
de sentimientos. ¿Pero qué locura es ésta? No soy yo la que está dentro de mí,
es un ser aniquilado, enfermo, desposeído de cualquier rasgo de humildad, de
benevolencia; ¿será así la oscuridad eterna?
Del sillón a la ventana, ese era mi
ir y venir, por momentos me adormecía y se aplacaba mi mente, y en esos
momentos solo escuchaba el tic tac del reloj y la lluvia caer, pero, solo
segundos; rápidamente me invadían los desechos de imágenes a una velocidad
implacable y no podía detenerlas.
El sueño no llegaba ¡Cuánto lo
ansiaba! La oscuridad a mi alrededor hacía más tenebroso el alboroto de mis
pensamientos, giraban como un caleidoscopio sin principio ni final, sin sentido
ni razón; ¿qué ocasiona este tormento? Hace unas horas, ya ni sé si fueron
minutos, todo estaba bien; al instante, esta tormenta incesante, esta lúgubre
experiencia.
De repente, una alucinante visión
me transporta a un espacio infinito, plagado de estrellas, planetas, luces y
destellos; no sé donde estoy, si es real o es otra jugarreta de mis emociones.
Miro alrededor y nada concuerda con lo aprendido; giro y giro entre fugaces astros
que chocan contra mí pero no siento dolor, creo que esto es una pesadilla, pero
¿Cuándo despertaré?.
Loca y desvanecida retorno sin
saber cómo, a mi lugar, a mi hogar y todo sigue igual. Ya desquiciada de tanto
atropello de mi mente, grito; un grito profundo y doloroso que sale de mis
entrañas, pero que nadie escucha; pero lo cierto es que alguien me oyó y con
voz profunda me dijo: “Despierta, el ensayo ya finalizó”.
Abrí los ojos y miré alrededor,
todo seguía igual, pero los pensamientos habían desaparecido y la normalidad
regresó a mi vida.
Han pasado los años y aún recuerdo
con escepticismo todo lo que pasé y lo que sentí; y me pregunto si fue real u
otra fantasía de mi mente desesperada.
Autora: Magaly Fuchs
Amado Señor, Te doy gracias por este día
Te doy gracias porque puedo ver y escuchar esta mañana.
Estoy bendecido(a) porque tú eres un Dios de perdón y comprendes, Tú has hecho
tanto por mí y por otros; soy bendecido(a) porque Tú sigues bendiciéndome.
Perdóname este día por todo lo malo que haya hecho, dicho o pensado que no haya
sido de tu agrado.
Pido tu perdón. Mantenme salvo(a) de todo daño y peligro.
Ayúdame a empezar este día con una nueva actitud y gratitud.
Déjame hacer lo mejor de cada día para aclarar mi mente, que pueda yo oírte.
Por favor, aclara mi mente que pueda yo aceptarte; no me dejes quejarme por
cosas que no puedo controlar.
Y dame la mejor respuesta cuando me empujen fuera de mis límites.
Yo sé que cuando no puedo orar, tú escuchas mi corazón.
Continúa usándome para ti.
Continúa bendiciéndome para que pueda ser una bendición para otros.
Mantenme fuerte para ayudar al débil.
Mantenme en buen espíritu para que pueda tener palabras de consuelo para otros.
Yo oro por esos que no pueden encontrar el camino.
Yo oro por esos que son juzgados y calumniados.
Yo oro por esos que no te conocen íntimamente.
Yo oro por esos que no creen.
Pero te doy gracias porque creo en ti.
Creo que Dios cambia la gente y cambia situaciones.
Yo oro por todos mis hermanos y hermanas.
Por cada uno y todas las familias.
Yo oro por paz, amor y felicidad en sus hogares, que salgan de deudas y suplas
sus necesidades.
Yo oro por todo ojo que lea estas palabras para que sepa que no hay problema,
circunstancia o situación que no exista para Dios.
Toda batalla esta en tus manos, para que la pelees.
Yo oro que estas palabras sean recibidas en el corazón de quien las lea.
Dios te bendiga!!!
Señor, te amo y te necesito, llena mi corazón, por favor.
LA NOCHE DE ABIGAIL
LA NOCHE DE ABIGAIL
Ya oscurecía cuando Abigail salió apresurada de su oficina
porque no quería llegar tarde a su cita. Casi corriendo hacia la parada, no
dejaba de pensar en los acontecimientos que la llevaron a este momento. Sus
amigas insistían en que debía encontrar una pareja, porque a “su edad” cada día
se hacía más difícil.
Abigail era una mujer de 40 años, pero todavía hermosa y los
últimos 10 años de su vida los había dedicado
a su trabajo y a sus aspiraciones materiales; luego de sufrir un desengaño
amoroso y con el transcurrir del tiempo dejó que se le escaparan los disfrutes.
Pero, fue tanta la insistencia que decidió por fin,
conectarse a un chat de parejas y conversar con uno que otro candidato; ya casi
desistía porque todos eran aburridos y no creí las falsedades que decían, total
como no podían verse, cualquiera mejoraba su personalidad a un grado
superlativo; pero una noche sucedió algo extraordinario, conoció a Enrique.
Enrique parecía ser honesto. Le contó que estaba divorciado
hacía 8 años, que tenía 45 años y que trabajaba como ingeniero en una
construcción; como ella, poco amigo de las charlas y citas a ciegas, pero por
curiosidad y para aplacar el aburrimiento entró en una de las salas.
Así se conocieron, hablaron durante 4 meses, casi
ininterrumpidamente y ya como que se acercaba el momento de dar el siguiente
paso y sin preámbulos Enrique la invitó a cenar, quedando así sellado su
próximo encuentro.
Abigail un poco agitada y temerosa por la cita, tomó un taxi
y dándole la dirección al conductor comenzó su travesía hacia lo desconocido.
Inmediatamente entró en un sopor, que la llevó a imaginarse las más
espeluznantes situaciones durante el encuentro; se le erizó la piel y sintió un
puño que le aprisionaba el corazón. Se despertó de inmediato y mirando por la
ventanilla podía observar las luces de la ciudad y el bullicio de la gente que
transitaba alegre por las calles.
No entendía ese miedo irracional que la había sacudido por
instantes y mucho menos las dudas que se agolpaban en su mente; hasta ahora
todas las conversaciones con Enrique habían sido triviales y ninguna de ellas
le habían indicado advertencia; sería una mala jugada de su conciencia, debido
a lo inusual de su comportamiento, pensó.
Faltando una cuadra para llegar al restaurante acordado el
auto se detuvo y todas las luces se apagaron, el conductor desesperado
intentaba por todos los medios encender el motor al mismo tiempo que recurría a
la radio para obtener alguna noticia; pero sólo se oía estática y el vehículo
no arrancaba.
Abigail desesperada, abrió la puerta y comenzó a correr,
adentrándose en callejones cada uno más oscuro y aterrador que el anterior. No
conocía la zona por donde pasaba y sólo escuchaba silbidos y murmullos
desconocidos. De repente, unos aullidos estremecedores inundaron la noche pero
Abigail no paraba de correr, no entendía que pasaba, sólo que tenía que salir
de ahí.
A medida que corría, tropezaba y se golpeaba; su corazón
latía aceleradamente que casi sentía que le iba a estallar. No habían personas,
era como si se encontrara en otro mundo; un lugar lúgubre y terrible que la
tragaba, que la succionaba. Esto no podía estarle pasando a ella, pensaba en su
loco correr, soy una persona normal, sensata, entonces ¿dónde me encuentro?
Había leído sobre personas que influían sobre otras a través
de palabras y las llevaban a imaginarse que estaban en otros lugares, ¿sería
eso lo que había hecho Enrique con ella?, total no lo conocía. Seguía
corriendo, tropezando y golpeándose pero no paraba, no encontraba luz, ni ser
viviente alguno; de repente sintió que unos brazos muy largos la sujetaban con
fuerza y la atraían hacia un agujero oscuro y profundo que salía de la nada.
Aterrorizada, no dejó de patalear oponiendo resistencia y
comenzó a gritar y a gritar hasta que sus gritos se hicieron tan fuertes que su
cerebro se dilataba y sus oídos ya no escuchaban; pensó que era su fin, pero
había luchado hasta el final y su derrota no lo era; siempre había vencido en
cada situación de su vida y esta no sería la primera vez que fracasaría.
En ese momento, cuando la acercaban a la brecha lóbrega e
insondable, unas manos la zarandeaban para que despertara y el chofer le decía:
-señorita ya llegamos a su destino-. Abrió los ojos y todavía asustada por la
experiencia, se dio cuenta que todo había sido un sueño y quizás premonitorio y
dirigiéndose al conductor le indicó: -Por favor señor, cambio de dirección,
lléveme a mi casa.
Autora: Magaly Fuchs
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