RETAZOS DE MI MENTE
Estoy sola en mi pequeño pero
hermoso apartamento, no encuentro en que distraerme y los pensamientos galopan
desenfrenados en mi mente, no puedo detenerlos. Son como retazos de películas
que aún no se han editado. Y pasan las horas y yo, siempre activa, no sé que me
provoca tanto desorden. Y sigo pensando y continúo soñando…
¿Qué hacer? ¿A dónde ir? ¿Hasta
cuándo seguiré marcando los pasos en el piso ya desgastado por el tiempo y mi
andar? Me asomo a la ventana y la noche y el silencio contribuyen a mi
insensatez, a mi sopor, a mi inconformidad; duelo de emociones, incongruencia
de sentimientos. ¿Pero qué locura es ésta? No soy yo la que está dentro de mí,
es un ser aniquilado, enfermo, desposeído de cualquier rasgo de humildad, de
benevolencia; ¿será así la oscuridad eterna?
Del sillón a la ventana, ese era mi
ir y venir, por momentos me adormecía y se aplacaba mi mente, y en esos
momentos solo escuchaba el tic tac del reloj y la lluvia caer, pero, solo
segundos; rápidamente me invadían los desechos de imágenes a una velocidad
implacable y no podía detenerlas.
El sueño no llegaba ¡Cuánto lo
ansiaba! La oscuridad a mi alrededor hacía más tenebroso el alboroto de mis
pensamientos, giraban como un caleidoscopio sin principio ni final, sin sentido
ni razón; ¿qué ocasiona este tormento? Hace unas horas, ya ni sé si fueron
minutos, todo estaba bien; al instante, esta tormenta incesante, esta lúgubre
experiencia.
De repente, una alucinante visión
me transporta a un espacio infinito, plagado de estrellas, planetas, luces y
destellos; no sé donde estoy, si es real o es otra jugarreta de mis emociones.
Miro alrededor y nada concuerda con lo aprendido; giro y giro entre fugaces astros
que chocan contra mí pero no siento dolor, creo que esto es una pesadilla, pero
¿Cuándo despertaré?.
Loca y desvanecida retorno sin
saber cómo, a mi lugar, a mi hogar y todo sigue igual. Ya desquiciada de tanto
atropello de mi mente, grito; un grito profundo y doloroso que sale de mis
entrañas, pero que nadie escucha; pero lo cierto es que alguien me oyó y con
voz profunda me dijo: “Despierta, el ensayo ya finalizó”.
Abrí los ojos y miré alrededor,
todo seguía igual, pero los pensamientos habían desaparecido y la normalidad
regresó a mi vida.
Han pasado los años y aún recuerdo
con escepticismo todo lo que pasé y lo que sentí; y me pregunto si fue real u
otra fantasía de mi mente desesperada.
Autora: Magaly Fuchs
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